Busqué la leve luz guardada en tu cristal
como la mariposa huyendo de la noche,
del mordisco brutal de las sombras y el miedo
de toda criatura a lo desconocido.
Calenté mis silencios cerca de tu rescollo
y creí que era vida lo que entibió mis venas
y que era sol la llama brevísima, incendio su agonía
de materia extinguiéndose.
Hoy habito la eterna transparencia del hielo
y atesora mi pecho sólo piedra engastada
en cuya agua de siglos bebe vida mi vida.
(Pilar Blanco, cuando más ardía el fuego)