Todas en fila. Se les quedó mirando fijamente con lascivia. Escogió la tercera de la segunda fila. Con la mano izquierda le ciñó el cuello. Con la derecha empezó a acariciarle el vientre. Apasionadamente acercó sus labios a la boca anhelante de ella. Después, se la bebió enterita.
José Barnoya